lunes, 25 de abril de 2011

Sedienta.

Después de un largo rato de estar de vuelta, se dio cuenta que tenía mucha sed y se iba encontrando más agotada según avanzaban.
Le fallaban las fuerzas para continuar y cada distancia que recorría, se le hacía eterna. Estaban bastante lejos del pueblo y de seguro no llegarían. ¡Estaba tan sedienta!.
Cuando salió de casa esa mañana, pasó por la gasolinera más cercana e hizo una parada pensando en darse un trago antes de continuar; las horas que estarían fuera no eran muchas y aquel tentempié le daría para ir y volver sin necesidad de echarse algo dentro, hasta la vuelta. Claire también tomó algo. Agua, como siempre.
Las reuniones de los domingos no eran su fuerte porque le gustaba más, pasearse por el pueblo, pintando la mona, que ir tan lejos para hacer lo mismo. Al final terminó haciendo lo que Claire decidió, como pasaba siempre.
 ¿Porque era tan débil?. ¿Porque no podía hacer alguna vez lo que ella quería, sin tener que ser arrastrada literalmente por Claire?. Siempre se respondía que no tenía autonomía, se había acostumbrado desde siempre a ser llevada de aquí a allá y ahora pensaba que ya nada podía cambiarlo; estaba un poco mayor y sinceramente con la sed que tenía en este momento no le apetecía hacerse la rebelde. Lo único importante en este momento era llegar, con suerte, al pueblo lo antes posible y beber.
Mientras pensaba en esto, Claire, no dejaba de maldecir. Gritaba cosas horribles sobre ella y ya estaba comenzando a perder la poca paciencia que había guardado desde que estaban juntas, porque desde el principio todo fue igual. Cuando ella se cabreaba, terminaba pegándole una patada en sus andares, que por suerte era lo que menos dolía, tal vez por la costumbre de recibirlos, siempre en el mismo lugar.
Al cabo de unos minutos de seguir cada vez más lento por aquella sed, que le restaba fuerzas, vieron las luces del pueblo. Con una lentitud aplastante lograron llegar hasta el cartel que rezaba, "Bienvenidos a Veguitas", justo ahí delante de aquel cartel, por el que pasaba a diario, se detuvo, ya no pudo más, las fuerzas le abandonaron y finalmente calló, abandonada por Claire, que ya no le sostenía, sino que se sentaba en el arcén también muy agotada.
Ella no podía moverse, era imposible.
Claire se le acercó, la movió como pudo a la casa que tenía enfrente y le dijo a Manuel, un vecino del pueblo de toda la vida, que la miraba con cara de interrogación.
-Don Manuel. -dijo.
- Si Claire, ¿pasa algo?. ¿Necesitas ayuda?
-Si señor Manuel, si no le importa, necesito dejarle la moto a su cuidado. Se me ha quedado sin gasolina, venía fallando por el camino porque casi no tenía, voy a buscar un poco a la estación de la esquina.


Y allí quedé yo, al cuidado de Manuel. Al fin pude descansar, mi sed, se calmaría pronto...

1 comentario:

  1. Silvi me gustó mucho mucho lo que escribistes hoy, en mi casa tenemos 2 motos y no sabes cuantas veces nos pasó esto, jajajaja. De verdad eres SUPER ORIGINAL escribiendo.

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