miércoles, 24 de noviembre de 2010

A través de la ventana


-Ofelia, que miras a través de la ventana? – Nada. No miro nada mamá! 
 -Y por qué te pasas tanto rato mirando fuera como si esperaras a alguien?
- Porque espero a alguien mamá! .
Espero al que va a llevarme de la mano por el resto de mi vida, al que me dará besos apasionados algunas tardes en el parque y me pedirá que sea suya, a ese que me verá envejecer, que me verá triste e ilusionada, con arrugas en el rostro y con el cabello blanco. A ese que me dejará ser Ofelia, sin importarle nada más, que me dará libertad para tomar mis decisiones y me aceptará como soy. Espero a mi príncipe azul!. Porque de pequeña tú me dijiste que existían! Y eso es cierto, verdad, mamá?

domingo, 21 de noviembre de 2010

Yo

No me digas que me viste andando con la cabeza baja, con el semblante triste. Dime que me viste sonriendo, como soy, como un pájaro en el parque, en una tarde de sol. No solo me veas triste porque así estoy muy poco. Quiero que me veas sonreír y que me recuerdes feliz, porque así es mi corazón, aunque a veces tenga ganas de llorar! Porque mi alma es más deshielo de primavera, que hierba cubierta de nieve en invierno.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Zapato.

       Yo lo recuerdo tierno, una persona excepcional, inteligente, sensible, cariñoso y algo dado a los licores como Baco, el Dios de la mitología. En realidad este último recuerdo es de mayor, pero no por ello voy a dejar de mencionarlo.
      De pequeña mi manera preferida de llamarlo era “Zapato”, no sé por que me dio por llamarle así, pero sucedió, en casa, hacia mucha gracia y como yo era tan pequeña nadie se ocupó de buscarle una explicación que fuera coherente.
      Mis recuerdos con él, no van y vienen como muchos de mi infancia, mis recuerdos con él son persistentes como las manchas de mamoncillo, siempre están ahí, no hay nada que los borre ni siquiera que los haga más suaves, están muy frescos en mi memoria, imperecederos.
     A estas alturas creo que fui el hijo varón que no tuvo, yo fui un bulto en un costado que nunca se pudo, ni se quiso quitar y siempre decía de mi que parecía una gata porque no dejaba de darle arrumacos y caricias y sobretodo cuando se afeitaba me pasaba largos ratos besándole y pasando mis manos por su piel suave y con olor a aftershave.
    Recuerdo cuando aprendí a leer de corrido, siendo una niña; su enseñanza fue implacable, me hacía repetir una y otra vez, relatos completos, para que hiciera las pausas necesarias y no me quedara sin aire en mitad de una oración. Mi primer libro, fue un regalo suyo, igual que mi primer reloj, el que recuerdo como si lo tuviera puesto ahora mi en mi muñeca. Era plateado, con la esfera cuadrada, verde y una mariposita dentro que se movía al compás del minutero, la pulsera era de cuero negro. Mi libro preferido de adolescente me lo regaló él también, se llamaba “ La única”, era la historia de una chica de mi edad y fue mi preferido, en esa etapa de mi vida. Juntos, íbamos al quiosco a por el periódico del día y mis revistas, Zúnzún y Sputnik, que me encantaba coleccionar, hacíamos practicas en el campo de tiro los domingos, y también en el quiosquito de la esquina donde te daban regalos por cada diana que acertabas. Salíamos a cenar a la ciudad cuando cobraba porque mi hermana ya estaba en la universidad y mi madre trabajaba hasta tarde; limpiábamos juntos el jardín, yo le veía arreglar la radio, soldar alguna cosa que lo requiriera en casa y me encantaba estar con él, hacíamos tantas cosas juntos.......Hoy tengo otra vida, pero esos recuerdos también me alimentan, son los recuerdos de lo que soy, de por que he llegado a ser esta persona; siempre se puede mejorar, es necesario para avanzar en la vida, él también me lo enseñó.
    Por supuesto estoy hablando de ti. Fuiste el complemento de los guías que todo ser humano necesita, madre y padre. Fuiste, eres y serás vital y esencial para mi. Pienso que lo hiciste bien, aunque hay algunas cosas que pudiste mejorar, cosas que has aprendido a cambiar con los años y de lo que me alegro, como creo que no me alegraré tanto de nada en esta vida. Hoy no estoy aquí para reprocharte ni criticarte nada, sino todo lo contrario, hoy estoy aquí entre estas líneas que ahora lees, para decirte, que eres mi zapato preferido, ese que se adapta a ti tan perfecto que nunca te lo quieres quitar, que te quiero más que a mi misma y que aunque ya no me acurruque cada día entre tus brazos, pienso en ti constantemente, pienso en ti en millones de cosas que hago en mi vida cotidiana, pienso en ti cuando escribo y también cuando leo, simplemente pienso en ti. Te dedico estas líneas siendo consciente de que este resumen deja perdidos en alguna parte millones de recuerdos alegres y tristes de nuestras vidas.
   Solo quería decirte “ Papi te quiero”.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El don de dar la vida

La vida es un sacrificio, desde el momento mismo de la concepción e incluso antes, hasta que el mundo se para y dejas de existir. El tiempo que dedicas a la crianza de un ser vivo, en este caso de tu hijo no es tiempo perdido, todo lo contrario, es reconfortante, pero también agotador, te da alegría y te da penas también.
Cuando el reloj biológico ha recorrido el tiempo adecuado y sientes que estás preparada para ser madre, comienza una carrera de fondo muy larga y dolorosa, sobre todo para aquellos que por vía natural no pueden traer al mundo a un bebé.
En la vida, no siempre encuentras a personas que entienden lo difícil de este proceso, por suerte esta falta se compensa con el apoyo de familiares, buenos amigos y tu otro yo, tu media naranja.
Por muy lento que recorras este camino, siempre encontrarás un arroyo donde calmar tu sed, un hombro donde llorar tus llantos, una mano que te rozará la espalda y te hará sentir mejor, unos brazos que te rodearan en un cálido y sincero abrazo y otros tirarán de ti para ayudarte a avanzar cuando ya no tengas fuerzas para seguir. Entonces, en la recta final, es cuando das por buenos los sacrificios, cuando ya nada te parece tan malo, cuando te sigues sintiendo con el ánimo necesario para seguir y seguir.......en ese instante, das un recorrido por todos los retratos que guardas en tu memoria y les pones caras a esas personas que estuvieron contigo en esa etapa tan difícil, solo entonces, ves, a los que de verdad quisieron estar ahí!