domingo, 28 de agosto de 2011

Los amantes y la muerte.

Los amantes de Teruel.

Eran solo dos amantes. Solos, tirados en aquella cama, pálidos, desnudos, sin vida.
En unas semanas ya nadie les recordaría y en esas mismas semanas, el cruel justiciero estaría en libertad y ellos, fríos, putrefactos, en la más absoluta oscuridad.
Eran los mas lindos amantes. Fueron sorprendidos cuando el amor jugaba con sus bocas, sus manos, les aceleraba el corazón y les calentaba el sexo.
Nunca supieron que hacer con tanto sentimiento, sentían desgarro, temor, pasión, deseo. Era la primera vez que se probaban y estaban tan entregados que no le escucharon entrar.
El amor les volvió sordos, ciegos, solo escuchaban te quiero y gemidos, solo veían sus cuerpos...no existía nada mas.
Eran solo dos amantes entregados al maravilloso instante de la primera vez, de su única y última vez.

Vestido azul y zapatos de charol.

Le llego el olor nítido de la piel, le recordó sus seis años de vida. Aquel olor de sus únicos zapatos de salir, le llevaba y le traía como en el vaivén del viento a las ramas de un árbol. No sabía porque había recordado aquello, solo que ahí estaba.
Estaba ese recuerdo de sus zapatos de dos tonos de charol, la zuela de cuero con olor a autentica piel. El vestido azul de los días de fiesta, uno de organdí que le hizo su madre con puntas de encaje en la pechera. Le llegó también el recuerdo de risas de un día de cumpleaños.
No sabía porque había recordado aquello, estando además a seis mil pies de altura camino a una ciudad del norte de Europa. Desde la ventanilla solo se veían nubes, pequeñas motas de algodón blanco, que además le trajo a la memoria una de sus pelis preferidas de infancia "Jack and the Beanstalk".
Volar, le hacía volar. Volver atrás, ser de nuevo una niña con vestido azul y zapatos de charol.

lunes, 22 de agosto de 2011

Agosto.

Hoy dia 22 de Agosto, escribo algo por segunda vez en este territorio, que es la única pertenencia que tengo.
Este mes he escrito poco por no decir nada, he viajado mucho, he descansado, he dicho demasiado y también escuché, necesito una buena temporada de quietud, necesito ordenarme, debo poner muchas cosas en su sitio, como cuando volvemos de un largo viaje.
Nunca me gusto demasiado este mes. Y este no ha sido diferente...

domingo, 14 de agosto de 2011

Tu y un tinto de verano.

Mientras me bebo el tercer tinto de verano, siento como mi cuerpo comienza a sudar, creo que ya estoy fuera de la sauna, de hecho lo estoy, pero este cabrón sigue sudando y caigo en la cuenta de que tú, estás dentro de este tinto. Miro el vaso con detenimiento, muevo los hielos y no, no eres tú. Es el espejismo que producen dos copas de más y no estoy acostumbrada.
Con disimulo miro el teléfono, esperando un mensaje que me diga que ahí estas y que lo que estoy sintiendo no es más que una conexión carnal, de mi carne y de la tuya, pero no está ese mensaje. Mi espejismo es un deseo, solo mío.
Termino mi tinto y me pido un chupito pa rematar.
Hoy me quiero emborrachar, pero no estás cerca. Emborracharme equivaldría a quedarme dormida en la esquina del sofá toda la tarde y hoy debo vigilar. Vigilar por si quieres verme o saber de mí, vigilar lo que hiciste y si hay alguna cosa perdida que me diga a que dedicas el tiempo libre.
Mientras bebo el tercer tinto de verano, pienso en las horas que pasé contigo, en lo duro que fue separarme y en lo rico de pertenecerte, en la dulzura de un cuerpo sudoroso. Tu boca vuelve a mi memoria, fresca como el hielo que me roza los labios, y el sabor, un tanto amargo de este vino, son mis deseos por cumplir.
Guardo el chupito de hierbas para luego, me basta lo que he sudado por hoy, desearte en sueños sería demasiado...

De camino a casa un mensaje tuyo.
¿Tatica, donde estás? Te estoy esperando...