miércoles, 30 de mayo de 2012

Carta de puño y letra.














Ha llegado a mis manos ahora. Recién sale de ese cuadrado frió y dorado, oscuro, al que llaman buzón de correos. Una carta de puño y letra que me hace diferente a muchos humanos, que ya no saben ni lo que es.

Y ese es precisamente el primer párrafo de la carta, textualmente.

-Mi querida hija, son las seis de la mañana y desde muy temprano, o tarde, según como se mire, estoy tentado a levantarme para escribirte. Ya se que esta vía es poco convencional en la actualidad, en que la tecnología ha copado toda actividad humana y todo lo que nos imaginemos al respecto, parece insuficiente; pero aquí estoy, bolígrafo y papel en mano para decirte si no todo, parte de mi día, de mis noches, de nuestra vida.




Y allá van a borbotones mis lágrimas por tanto que guarda este papel. Un olor, el de mi padre que es quien la escribe. Una caligrafía exquisita con palabras que reconfortan y me hacen llorar de amargura por la vida que me pierdo. Cuentos de un día a día que no es el mio y me suena tan lindo, aún, con las penas con que se vive.

En ella se toca el tema del ocaso, que llegará algún día y que ahora, sí me hace llorar porque estoy convencida que ese día, yo me vuelvo loca de dolor. Se habla de fuerza y no la cósmica. Siento un corrientazo que me sube por la mano y me agarra fuerte como lo haría mi padre, le siento a él y su amor infinito y desmedido, un abrazo con su olor acabado de afeitar, su calor.

Entonces aparece el adiós.


-Es todo amor lo que puedo darte y será insuficiente dicho con palabras.Nunca será bastante lo que te cuente, porque si pudiera, me iría en estas letras para abrazarte y volver. Mi vida es tu vida, hija querida. Es todo amor lo que puedo darte, justa medida del que me das.

Un beso, papi.


Así, como lo he dicho al principio, una carta de puño y letra que aún guardada en el cajón oscuro donde esperaba por mí, conservó la calidez y el amor más reconfortante del mundo y que a pesar de arrancarme lágrimas, me ha hecho muy feliz.



miércoles, 9 de mayo de 2012

Barco, barco, sin timonel.


Al despertar esta mañana la primera frase que proceso mi cerebro fué "En un barco, barco, sin timonel".
Esto me dio dos señales.  Una de ellas es, que aún no llega la vejez que trae olvido y otra es que mi Cuba me duele tan dentro que a veces sin esperarlo mi subconsciente me manda una ráfaga de viento marino para hacer avanzar mi barco, barco, sin timonel.


Poema Un Son para Niños Antillanos
de Nicolas Guillen



Por el Mar de las Antillas
anda un barco de papel:
Anda y anda el barco barco,
sin timonel.

De La Habana a Portobelo,
de Jamaica a Trinidad,
anda y anda el barco barco
sin capitán.

Una negra va en la popa,
va en la proa un español:
Anda y anda el barco barco,
con ellos dos.

Pasan islas, islas, islas,
muchas islas, siempre más;
anda y anda el barco barco,
sin descansar.

Un cañón de chocolate
contra el barco disparó,
y un cañón de azúcar, zúcar,
le contestó.

¡Ay, mi barco marinero,
con su casco de papel!
¡Ay, mi barco negro y blanco
sin timonel!

Allá va la negra negra,
junto junto al español;
anda y anda el barco barco
con ellos dos.