jueves, 16 de octubre de 2014

El pescador.

Ilustración Maja L.



Aún faltaba media hora para el relevo de pesca. A las 23:30, Pescalun, no había cogido ni una sola estrella. Su saco vacío lo decía todo, Pescalun perdería su puesto de trabajo. 

A pesar de su juventud, era un chico muy formal y colaborador. Pescalun, estaba en prácticas en la mejor empresa, una de altura, STARLIGHT.

STARLIGHT, era la empresa que proporcionaba luz al firmamento, ponía estrellas donde hacían falta, echaba nubes a volar y dejaba claros. Hacía titilar algunas a los enamorados y cumplían sueños a los niños, haciendo guiños.

Así de sencillo era el trabajo de Pescalun. Solo tenia que seleccionar y pescar las mejores y mas grandes estrellas y separarlas en los sacos destinados para cada cosa, pero llevaba una semana sin pillar una solita y la desesperación se apoderaba de él a cada segundo.

Entonces tuvo una idea...

Cogió dos calcetines de su abuelo y se hizo una especie de gorro, colgó dos cascabeles en la parte del calcañar para que mientras se balanceaba en la luna, las estrellas los escucharan y se acercaran a él. Así fue pasando el tiempo y Pescalun ya tenía el saco a la mitad después de media hora.

Pero, como las cosas buenas cuestan mucho y cuando llegan vienen mezcladas con algunas no tan buenas, sucedió algo inesperado.

En un segundo en que miraba tranquilamente el saco, vio como una puntita dorada salía por un hueco. Que, ¡Dios sabe como se había hecho! Al intentar atraparla se le partió y se clavó en su dedo meñique; lo que produjo que Pescalun pegara un grito de dolor y a su vez, la estrella también. 
Él la cogió en sus manos y la pobre gritaba su desgracia... Porque, si no lo sabes, cuando a una estrella se le rompe una de sus puntas, tiene las horas contadas, a no ser que un niño le pida un deseo antes de dormir.


Pescalun le brindó cobijo dentro de su gorro y le dijo.  - Hagamos algo, "escapista", voy a llevarte conmigo a casa, dentro del gorro de calcetines y será nuestro secreto. Alumbrarás mi dormitorio en las noches hasta que vayamos a dormir, así ahorraré electricidad y podré contarte cuentos. En cuanto un niño pida un deseo podrás volver a casa con la punta reparada.
¿Que me dices?

-Pues perfecto, aquí no tenemos muchas vacaciones, y nos enfermamos poco, no hay tiempo para el descanso, tenemos que trabajar cada noche, me vendrá muy bien.  Solo espero que el deseo sea pedido cuanto antes, extrañaré mucho a mi familia.

Y así fue como Pescalum y "puntitas", que así  empezó a llamar a la estrella; se hicieron muy amigos. Hasta que llegó un deseo que la devolvió a su hogar.