domingo, 14 de agosto de 2011

Tu y un tinto de verano.

Mientras me bebo el tercer tinto de verano, siento como mi cuerpo comienza a sudar, creo que ya estoy fuera de la sauna, de hecho lo estoy, pero este cabrón sigue sudando y caigo en la cuenta de que tú, estás dentro de este tinto. Miro el vaso con detenimiento, muevo los hielos y no, no eres tú. Es el espejismo que producen dos copas de más y no estoy acostumbrada.
Con disimulo miro el teléfono, esperando un mensaje que me diga que ahí estas y que lo que estoy sintiendo no es más que una conexión carnal, de mi carne y de la tuya, pero no está ese mensaje. Mi espejismo es un deseo, solo mío.
Termino mi tinto y me pido un chupito pa rematar.
Hoy me quiero emborrachar, pero no estás cerca. Emborracharme equivaldría a quedarme dormida en la esquina del sofá toda la tarde y hoy debo vigilar. Vigilar por si quieres verme o saber de mí, vigilar lo que hiciste y si hay alguna cosa perdida que me diga a que dedicas el tiempo libre.
Mientras bebo el tercer tinto de verano, pienso en las horas que pasé contigo, en lo duro que fue separarme y en lo rico de pertenecerte, en la dulzura de un cuerpo sudoroso. Tu boca vuelve a mi memoria, fresca como el hielo que me roza los labios, y el sabor, un tanto amargo de este vino, son mis deseos por cumplir.
Guardo el chupito de hierbas para luego, me basta lo que he sudado por hoy, desearte en sueños sería demasiado...

De camino a casa un mensaje tuyo.
¿Tatica, donde estás? Te estoy esperando...

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