jueves, 21 de abril de 2011

El violinista y su musa.

Quiero ser tu musa.
Tócame lo que quieras, tócame el alma, los sueños, mi melodía preferida.
Siempre quise que alguien me compusiera una canción, ser yo una musa, inspirar una linda melodía.
Si te veo tocar en el parque de la esquina, siempre siento que es para mí. Te observo acariciar con pasión las cuerdas y cerrar los ojos en acordes, ahí siento que es para mi; en ese sentimiento que le pones y le sacas al violín.
Agradezco las tardes en que te escucho, tibio, suave, bajo y paciente, tocar solitario hasta que alguien se acerque. Por eso siento que tocas para mi, porque cuando yo me acerco, la melodía cobra vida y me envuelve y me danza por el cuerpo y tu abres los ojos, como un descubridor que ha encontrado su tesoro. Tus cuerdas me atan a tus notas, como lianas de árbol viejo y me quedo toda la tarde en compañía, hasta que decides irte, y ya no me miras, no te importo, no me sientes. Ahí abro los ojos y me veo rodeada de curiosos y descubro que en realidad, no tocabas para mi.

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