En su nombre, implícito su yo, su interior, su alma. En sus ojos, dos piedras verdes sin pulir, el color de los mares tropicales y la calidez de verse en ellos.
En sus manos, el trabajo, la suavidad de una rosa roja, la fuerza de una ola y en sus labios...
¡Ay su labios! El mejor manjar que yo prové. Deleite de mi boca y manoseo de mi mente.
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