viernes, 29 de julio de 2011

Tormento

Como una estampida, imparable, polvorienta, rebosante. Así llegas a mi vida para llevarte la calma de mis pensamientos, la quietud de mi día, la suavidad de mi despertar.
Pasas sin detenerte por cada milésima de segundo y te cuelas por los poros que dejó abiertos, el calor de mi cama vacía una tarde de verano.
Te rebozas en mi mirada y das vueltas sin parar, en mi retina que te atrapa, en mi olfato que te huele sin haberte olido nunca, en los besos que me das sin rozarme siquiera, en una caricia certera que me recorre el cuerpo desde el nacimiento justo de mi ombligo.
Este corazón  lo robaste, tú, sin preguntar. Pido, humildemente, poder robar del tuyo, solo un latido que vaya a mi compás.

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