lunes, 3 de enero de 2011

Good Bye!

Estuvo sentada en el banco parte de la tarde deseando verle aparecer. Eran las 7 pasadas y su padre le había advertido que solo hasta las 8  podía estar fuera, era aún muy joven. Echó un último vistazo y no consiguió distinguirle en la lejanía, al final se levantó del banco entristecida y cruzó la calle para llegar a casa.
Repetía la misma operación cada día y algunas veces pasaba por delante de su casa, esperando verle y aunque fuera mirarle de reojo. Era una jovencita tímida y él, joven, pero quizá algo mayor para ella.
Cuando le veía, su corazón no le pertenecía, se lo entregaba en miradas y manos heladas, él nunca lo supo, por lo menos no de sus labios.
La vida transcurrió y nunca se dijeron palabra alguna, no escucharon el sonido de sus voces, ni el galopar de sus corazones solo les quedó el recuerdo de miradas furtivas y latidos nerviosos.
El tiempo es cruel e impredecible, la vida da las vueltas de la tierra sobre su eje y volvemos al pasado, o él nos persigue y nos encuentra, nos coge por sorpresa; trae al presente los recuerdos ocultos bajo 7 candados, revive sensaciones olvidadas, vuelven los nervios y esta vez las palabras que no fueron dichas fluyen hacía fuera como manantial.
Por desgracia, ya no somos los mismos, esta vez ya no es la juventud ni la timidez, puede más la sensatez y lo maduros que nos volvimos, ya no dejamos que nos arrastre la pasión y el deseo. Ahora pensamos en frio, uno de los dos creció y no quiere dejarse llevar.
El, no "quiere" escuchar a su corazón. "Quiere" seguir viviendo como apredió hasta hoy, "quiere" amar a la persona que hace un tiempo encontró, "quiere" vivir diferente, lo ha prometido, se lo ha impuesto a si mismo.
Ahora solo puede decirle a aquel recuerdo de juventud, good bye!

2 comentarios:

  1. "A cada cual le vence su pasión", Virgilio

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  2. En aquella parte de sencillèz donde dejamos sentados por siglos nuestra meta, queda una flor sin espinas que mira tus pasos alejarse sin decear que te vuelvas hacia atràs. Decea solo que un dìa recuerdes tu flor y le escrivas una poesìa en tu piel, siendo fiel a tus llantos y sin desnudès en la pena, arrastres tus zapatillas infantiles entre los dedos jugando con tu ironìa de adulto volviendo la mirada hacia tu flor. Sin dejar caer una làgrima de petalos arrancados al pasado. Solo una mirada, apenas una....Jorge

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