Hoy he estado viendo un documental, porque soy una apasionada de ellos, éste era un especial dedicado a Salvador Dalí.
Ahora muchos me dirán que ese hombre es el mejor, como yo también reconozco, dando el merecido valor, sin ninguna duda a sus obras, pero además de ello, también me pregunto. ¿Se puede idolatrar tanto a un hombre que decía de si mismo «cada mañana, al levantarme, experimento un supremo placer: ser Salvador Dalí»? Que no cesaba de hablar de sí mismo en tercera persona «Dalí es inmortal y no morirá»… Personalmente, creo que no.
El valor de sus obras, calificadas por los mejores críticos del mundo como excepcionales, es de obligada mención en esta publicación.
Sin duda alguna, la genialidad de este Gerundense no se puede ocultar desde el punto de vista artístico y que me hace dudar de su genialidad, como bien digo antes. Creo que esto va ligado a la sencillez personal, modestia y humildad, lo que no quiere decir que no admire sus obras.
En resumen, Dalí era un creído de los grandes, un depravado y bastante mal educado, si se me permite añadir. Queda bastante claro en muchas de sus apariciones públicas y sus declaraciones.
¿Un genio artístico?, desde luego. ¿Un genio, a secas?, pues en mi opinión, creo que no.
Juzguen ustedes mismos.