martes, 10 de agosto de 2010

Luz desde mi ventana



A veces pienso que no se que haré si decides irte algún día, ya se que aunque lo piense no podré hacer nada, porque en ese momento no recordaré ni quien soy, de donde vengo y hacia donde voy.
Tu siempre me acompañas en mis soles y lunas, también estuviste en mis primeros días aunque todo era muy confuso en aquel entonces, estuviste cuando crecí, cuando me fui al colegio, me ayudaste sobremanera a superar mi etapa de adolescente,juventud y ahora este estado adulto en el que me encuentro, o por lo menos eso creo.
Siento que algunas veces me abandonas pero cuando doy un giro y miro desde fuera mis recuerdos, vuelvo a sentir que estas ahí.¡No te consideré nunca de primera calidad!, pero en verdad, reconozco que no estuviste mal, salimos juntas de muchas batallas, algunas demasiado largas, y otras, sucias y penosas, pero me arrastraste al final del camino donde había flores de colores y un hombre que me amaba.
No quiero que te vayas nunca, necesito que existas para sentir esto que siento por él, para sentir que hice algo bueno con la vida que me ayudaste a vivir durante tantos y tantos años, para conservar estos recuerdos que guardo de mi familia, de mi tierra, mi vida actual, no te vayas a ninguna parte sin contar conmigo, hay muchas cosas que quiero trasmitir y cuento con tu apoyo, eres vital para que yo siga viviendo y recopilando recuerdos.
No me dejes como a aquellos a los que abandonas cada día teniendo que sufrir esa terrible enfermedad que es el Alzheimer porque aunque ellos han guardado bajo llave, forzosamente su presente, su pasado sigue ahí, pujando por salir.

3 comentarios:

  1. no hay enfermedad más horrible que no tener recuerdos porque desde ese momento dejas de existir...

    ResponderEliminar
  2. era yo la que comentaba (marta jeje)

    ResponderEliminar
  3. Llevastes en tu cintura de titàn, vencidas batallas de caminos secos y quebradas ancias de lomas interminables, de esquinas absurdas en cada troso de tu piel. Recordastes el tiempo que sembravas en tus humedos surcos de vejèz y sabidurìa aquellos espacios llenos de cenisas calladas al olvido. Gritos de silencio de viejos suspiros sacados a los petalos rojos de una flor sobre tus mejilas, aquella flor que nunca supistes olvidar y que ahora con el Silencio, lloras sin recordar quien era. Tu sed de ti te esquiva desde tus màs profundos dolores sin amaneceres y sin pasados, dejas todo aquì, entre mis manos donde el mar cae sobre la arena y un reflejo de sonrriza riega de rosìo tus ochentas batallas, jamàs ganadas, jamàs vencidas, solo olvidadas....Jorge

    ResponderEliminar