(imagen de Diego Lápiz)
En un cuarto de La Habana, sin pintura reciente en las
paredes. Una mesita de noche con una luz tenue y una cama personal donde quepo
apenas yo, y tú, encima, solo encima. Al lado no, te caerías. O debajo, ya que
estás aquí.
Hace calor, no hay ventilador y no puedo abrir las ventanas. El vecino del
frente intenta verme desnuda cada vez que enciendo una luz. Abre las ventanas
de par en par y se fuma, uno, dos, tres cigarrillos, la cajetilla si no apago
la luz, al acecho.Las sábanas revueltas después de anoche, ni tiempo me dio a hacer la cama, y ya estás aquí otra vez...el cuarto es tan pequeño..no puedes estar en otro sitio que no sea la cama, por algo eres mío y yo tuya...
¿Lo soy?
Nunca me dices nada, solo me dejas estar, encima o debajo o te quedas quieto si te acaricio, pero decir, no dices nada. Te tiro una pierna encima, comienzo a sudar, hace calor, el vecino, sobra el pijama, me lo quito, me remuevo en la cama, te pegas a la pared, sudo, me levanto.
Nunca me gustaron los peluches y eres tan grande...
Te voy a llevar a la cocina, y te sentaré en la silla del frente y serás mi invitado a cenar. Luego podrás irte, te tiraré a la basura.
No me gustan los peluches. ¿Lo he dicho?